Hola amig@s. Mientras escuchaba la preciosa voz de Olga Román, y como epílogo del programa anterior, se me venían a la cabeza muchas cosas. Entre las últimas, una conversación q tuve hace ya tiempo con alguien q me contaba q estaba contenta ya que ultimamente disfrutaba de uno de sus amores imposibles. Ante semejante confesión, debo admitir q me quedé bastante sorprendido. No encontraba cómo era posible semejante situación, pues por bonita q fuese la historia, la historia era propiamente imposible. Y fue mientras escuchaba esta introducción musical cuando me vino a la memoria la frase q cierra un libro nietzscheano, y q me pareció ciertamente reveladora: "...pues el hombre prefiere querer la nada a no querer."
Esta frase, en principio dirigida como crítica a la religión, me hizo ver cómo el amor puede llegar a ser eso mismo, una religión. Es curioso como paseamos muchas veces orgullosamente nuestro ateísmo, y sin embargo somos inconscientemente fervientes creyentes de la religión del querer. Y es una fe q no podemos abandonar. Incluso cuando nos encontramos en una situación en la q se nos veta la posibilidad del amor, recogemos esa nada y la seguimos queriendo, e incluso hacemos de ella un arte.
martes, febrero 24, 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
4 comentarios:
Somos adictos a las pulsiones. Incluso a veces al desamor.
Lástima que esa religión se desmorone. entonces dejamos de creer en las religiones y nos hacemos prácticos y escépticos; amamos pero sin creer... con esto no digo que haya que creer obligatoriamente, pero es algo que sucede a menudo. Un abrazo.
Los imposibles son lo mío jajajaja
Mil besos, con todo mi cariño, mi Extraño amigo.
Muy válida tu conclusión… Y vale la pena arraigarse en esa creencia. Un gusto leerte. Te felicito por este blog.
Publicar un comentario