Hola amig@s. El otro día, mientras disfrutaba de un momento de esparcimiento en el trabajo degustando una rica chocolatina, me sorprendió ver en el envoltorio el curioso número q representaba su peso. Dicho peso era 21 gramos.
Por si hay alguién q lo desconozca, 21 gramos es el nombre de una muy buena película q debe su título a una teoría q dice q el cuerpo humano, en el momento de morir, pierde 21 gramos. Así, esto vendría a representar el peso del alma q se desprende del difunto.
¿Cabe pues el alma en una barrita de chocolate? Este tipo de pensamientos existencialistas me llevaron a reflexionar y darme cuenta de q, en efecto, yo he podido constatar otra serie de experiencias en este sentido. He podido comprobar cómo, por ejemplo, su preciosa y tierna sonrisa cabe perfectamente en el diámetro y longitud de mis ojos. Cómo la delicada melodía q se desprende de las palabras q ella emite se ajusta prodigiosamente a mis oídos. Cómo sus deliciosamente bellas y pequeñas manos encajan perfectamente en las mías, torpes y solitarias en su ausencia. Cómo el armonioso y salvaje latido de su corazón penetra y ocupa perfectamente lo q queda del mío cuando solo puedo imaginarla...
Bueno mis querid@s radioyentes, tampoco quiero extenderme eternamente en el ejemplo (a pesar de lo tentador q resulta!). Solo quería constatar la experiencia de q hay cosas por ahí muy diferentes q se ajustan curiosamente a otras, cuando en principio su posibilidad es remotamente previsible. Y es esto algo tan maravillosamente intangible q ni la ciencia más precisa ni la tecnología más potente podrá jamás predecir o programar.
Brindo por ello!
martes, noviembre 22, 2005
domingo, noviembre 13, 2005
Ira contra la Inducción
Romeo y Julieta, Tristán e Isolda, Orfeo y Eurídice...basta ya. No todo tiene q acabar en tragedia. Tenemos tendencia a predecir futuros sufrimientos por el hecho de q en ese momento experimentamos un desconsuelo "infinito". Damos un salto muy peligroso, y a su vez nada racional. Es como cuando nos hinchamos de comer en una barbacoa y juramos y perjuramos q ya no comeremos más en 2 días. Nuestros pensamientos muchas veces nos juegan malas pasadas, porque el hecho de q sepamos tan poco sobre la vida, hace q funcionemos de forma inductiva en una gran mayoría de casos. Y eso, en el caso de la barbacoa, no es demasiado grave. Pero cuando hay sentimientos fuertes de por medio, el utilizar el razonamiento de extender lo particular a lo general es tremendamente peligroso. Debemos empezar a pensar de una vez q el corazón y la cabeza no tienen por qué ser enemigos, sino q como aliados son mucho más poderosos. Se lo debemos a nuestra naturaleza humana.
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