lunes, noviembre 13, 2006

Cuando la vida se reduce a un punto de partido

"Aquel que dijo más vale tener suerte que talento, conocía la esencia de la vida. La gente tiene miedo a reconocer que gran parte de la vida depende de la suerte. Asusta pensar cuantas cosas escapan a nuestro control. En un partido de tenis, hay momentos en que la pelota golpea el borde de la red, y durante una fracción de segundo puede seguir hacia delante o caer hacia atrás. Con poco de suerte sigue hacia deltante y ganas...o no lo hace y pierdes."

(Match Point)

Lo bueno de Woody Allen es q no es un genio como esos geniales cuadros q uno se para a mirar durante horas y, q por más q se intenta, se es incapaz de apreciar su pretendida genialidad. No creo q me halla pasado nunca con él. Hay películas mejores, otras solo entretenidas, pero es q las buenas son muy buenas. Actualmente me ha ocurrido algo q me recuerda lo mucho q disfruté con Match Point. La película se abría con las frases q les he puesto arriba, y q básicamente resume mi eterna defensa del azar. No es una idea precisamente reconfortante, pero no por ello he de maquillarlo con otro tipo de ideas más románticas, a las q yo mismo me he sentido tentado algunas veces, como esfuerzo, justicia, destino, etc.

Imaginemos este sencillo caso del partido. Se decide todo con esa última bola, pega en la red y entonces...la bola cae hacia atrás. Acaso el jugador se esforzó menos q el rival en ganar? No es el caso. Era lo justo? Seguramente ni siquiera el q gana lo pensaría. Era su destino? Razón aun peor. Hubieran dicho lo mismo si hubiera caído al otro lado, y bueno, el amigo Aristóteles ya dijo hace algunos siglos q algo y su contrario no pueden ser verdad al mismo tiempo (principio de no-contradicción), así q la burra del destino q se la vendan a otro.

En fin, se podrían poner múltiples casos más. Desde cosas como una llamada telefónica q te salva la vida, un mosquito q se te mete en el ojo en el coche y produce un accidente, un examen q apruebas por una décima, una llave q se pierde y te deja tirado, etcétera etceterísima, hasta cosas como el propio origen del universo, el de la vida, o el del ser humano.

Dejémonos ya de buscar excusas. El azar está presente en nuestras vidas mucho más de lo q nosotros creemos. Cuando está de nuestro lado es reconfortante. Cuando no, no lo es tanto. Es así. Es lo q hay.

Así q para terminar formularé un deseo. Si algún día tengo descendencia, recordaré la última frase de esta película:

"Me da igual que mi hijo sea fabuloso, solo espero que tenga suerte."

Amén!

4 comentarios:

Anónimo dijo...

ciertisssisisisismo... y bienvenido de nuevo a la blogología, se te añora por azar

Anónimo dijo...

Yo no necesito tiempo
para saber cómo eres:
conocerse es el relámpago.
¿Quién te va a ti a conocer
en lo que callas, o en esas
palabras con que lo callas?
El que te busque en la vida
que estás viviendo, no sabe
mas que alusiones de ti,
pretextos donde te escondes.
Ir siguiéndote hacia atrás
en lo que tú has hecho, antes,
sumar acción con sonrisa,
años con nombres, será
ir perdiéndote. Yo no.
Te conocí en la tormenta.
Te conocí, repentina,
en ese desgarramiento
brutal de tiniebla y luz,
donde se revela el fondo
que escapa al día y la noche.

La voz a ti debida
Pedro Salinas

Unknown dijo...

Creo que tu comentario es totalmente acertado, y apostillaría algo más… En su día, me encantó la película Match Point. Incluso, creo que Woody Allen, se ha quedado corto sobre la realidad última de ”la suerte”. Ha estado comedido con el público. Sabe los límites de predicar ciertas incomodidades; lo pronto que se ofende el espectador con ellas. Están ahí, sin embargo, mayormente nos las queremos ocultar. Aprovecha los recovecos del lenguaje cinematográfico, y el diálogo, para señalar: “verdades.”
Las personas en general buscamos razones y elaboramos reflexiones para negarnos la influencia de la suerte sobre nuestras vidas. Necesitamos vanidosa (y neciamente) ser exclusivos conductores y forjadores (algunos, sólo dan ilusoria opción a Dios para influir) con nuestros destinos.
Si se es agraciado por ella, se la disimula totalmente: evidenciarla nos restaría valía… Si el destino nos niega su lado positivo con nuestra circunstancia personal: la culpa fue de los demás…
Aunque hay muchos y variados aforismos sobre el tema. Siempre tengo presente ciertas frases para con este contexto; han sido tanto en mis momentos de alegría o desgracia una bendición el rememorarlas. Con tres ejemplos me basta:
Montaigne en sus ensayos comenta:
“Cuando Siranes, el persa, respondió a aquéllos que se asombraban de que fracasaran sus empresas siendo tan sabias sus ideas: que él era sólo señor de sus ideas y que del éxito de sus empresas lo era la fortuna. (...) La mayor parte de las cosas del mundo ocurren por sí mismas.”
Posteriormente, también, Bertrand Russell algo dijo sobre la cuestión:
“La eficiencia en una empresa práctica no es proporcional a la emoción que ponemos en ella; en realidad, la emoción es a veces un obstáculo para la eficiencia. La actitud precisa es hacer todo lo que podamos, encomendando su éxito al destino.”
Y, por último, una cita de Rochefoucauld:
“La suerte y el temperamento gobiernan el mundo.”
Esta última concreta mi general argumento. Y espero que con ella se me entenderá completamente. Hasta el “temperamento” y el “talento” son unas variantes más de la “suerte”, pues nos vienen dadas (como todo) sin nuestro consentimiento. En parte, predisponen nuestra futura: “suerte”.

Anónimo dijo...

La suerte nos empequeñece y hace q tomemos distancia de la ingenuidad de nuestra concepción humana sobre el universo. Somos sistemas de sistemas de sistemas…con toda la complejidad q se quiera, pero sistemas al fin y al cabo, llenos de desorden, de azar, de entropía, etc., es decir, de toda una serie de afecciones de las q no nos podremos liberar jamás por formar parte de este universo.

Un saludo Sin, y gracias por tu aportación.