domingo, noviembre 19, 2006

A dos metros bajo tierra

"Solo tenemos elección entre verdades irrespirables y supercherías saludables. Únicamente las verdades q no permiten vivir merecen el nombre de verdades. Superiores a las exigencias de lo vivo, no consienten en ser nuestras complices. Son verdades "inhumanas", verdades de vértigo q rechazamos porque nadie puede prescindir de apoyos disfrazados de eslóganes o de dioses."
(E.M. Cioran)

Hola amig@s. El otro día mientras grababa unos DVDs de la serie "A dos metros bajo tierra", recordaba lo mucho q me gustaba la trama de la serie en torno a la muerte. Os habéis preguntado alguna vez por qué hay tantos y tan diferentes ritos funerarios? Quizá sea porque depende de la cultura? Porque depende de la religión? No lo creo. Es algo mucho más sencillo y anterior. Simplemente es porque nunca sabremos nada de la muerte.

O al menos, eso es lo q hasta ahora siempre había pensado. Hasta q creo q llegué a una versión mejorada de esta respuesta. Me di cuenta de que el tema era precisamente al revés. El problema era, como decía Cioran, q la muerte es una de esas pocas verdades q el hombre conoce, pero tan cercana a nosotros q se convierte en irrespirable.

Lo sabemos todo, y eso es lo q nos irrita, lo q nos estremece. Pero a la vez, nos creemos q somos una especie tan superior al resto de la creación, q se nos olvida q, por infinitamente evolucionados q seamos, seguimos siendo en la base eso mismo, una especie animal en un ecosistema surgido al azar y llamado planeta Tierra.

Todo tipo de creencias nos han valido siempre para "librarnos" de la muerte. Y todo ello porque hay algo q siempre ha sido superior a la muerte misma, y es la idea de la propia muerte. A través de la idea uno se escabulle, se vuelve escurridizo ante la posibilidad de abstraer la muerte, de conceptualizarla, de convertirla en un instrumento lingüístico con el q poder alejarla de la experiencia vital lo más posible y moldearna a nuestro gusto. Y esto es algo q nos consuela, y nos hace posible poder negarla de todas las formas posibles. Tanto es así q en ocasiones morimos por una idea (religiosa, política, amorosa, ética, etc.), porque pensamos q será menos terrible q la propia vida. El problema es q no parece q nos demos cuenta de q no comparamos experiencias de vida y muerte, sino ideas de vida con ideas de muerte.

Así pues, la muerte puede ser una escapatoria frente a una idea o un sentimiento con el q no podemos vivir. Así pues, el amante q no puede conseguir el amor de su amada se suicida...pero q ocurre cuando tu amada es la vida? Como suicidarse de la muerte?

Solo se me ocurren dos respuestas: el engaño o la lucidez. O lo q es lo mismo, mi yo contra mí mismo. Sálvese quien pueda...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

"Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio"

Quizás es ese caracter irreversible de la cuestión lo que tanto desasosiego nos imprime. Tenemos capacidad para soportar tormentos inefables, abismos existenciales repletos de soledad y confusión, nuestra propia muerte si pudiésemos sobrevivirnos. Lo que nos duele exactamente es que se nos mueran, la muerte de los otros es nuestra verdadera muerte, y sospecho que a esa no podríamos sobrevivir.

"Ante esto no queda más que reconocer que la palabrería vacúa y la falta de estética son aborrecibles.Démonos un baño de belleza." Quizás pongamos a Sílvio, bajemos la intensidad de las luces y nos embriaguemos de nocturnidad...

P.

Anónimo dijo...

Decía Nietzsche que la condición para la vida es la mentira, con ello venía a expresar que nos mentimos y nos mienten para poder aguantar la gran verdad: la vida es un sinsentido.

Sólo hay una escapatoria, darte a tí mismo el sentido. Para mí este sentido es la literatura.