lunes, mayo 21, 2007

La placeta

Eran alrededor de las diez de la noche. La temperatura era perfecta. Una noche de primavera de esas q tu piel recuerda por mucho tiempo. Me encanta este tipo de noches. Hacen q el día parezca un ciclo de luz y oscuridad q se complementa, no q se odia como en otras estaciones de calor o frío extremo. Hay una especie de comunión entre los seres vivos y su ambiente. Se sienten acunados, arropados por una madre naturaleza q les invita a q cada una de sus fibras sensibles florezcan y perciban olores, colores, sabores, sonidos, caricias y todo aquello q sus receptores puedan calibrar. El ambiente era perfecto y allí me hallaba yo, en una tranquila placeta en mitad de un barrio tranquilo. Yo estaba sentado cómodamente en uno de los bancos, hojeando las páginas de un libro q llevaba en mi mochila mientras esperaba a unos amigos q iban a llegar. Después de pasados unos minutos, y al ver q mis amigos se estaban retrasando, cerré el libro, lo guardé en la mochila, y me dediqué a observar la actividad q ocurría en la placeta mientras disfrutaba de una ligera y fresca brisa q empezaba a soplar, y q hacía la noche aun más deliciosa si cabe. La actividad q se presentaba en el lugar era de lo más cotidiana. Coros de gente agrupados en el resto de bancos hablando de sus cosas, algún q otro transeúnte q iba de aquí para allá, y unos cuantos niños q jugaban en mitad de la placeta a Dios sabe qué juego, pero q como niños q son, seguramente disfrutaban el momento más q cualquiera de los mayores q allí estábamos. Los minutos seguían pasando y mis amigos se demoraban más y más. Saqué impaciente el móvil de mi bolsillo, por aquello de si habían dado señales de vida y yo no me habían dado cuenta, pero nada. En fin, parecía q la cosa iba para rato, con lo q me acomodé en el banco y decidí entretenerme viendo a lo q estaban jugando aquellos niños. De repente, percibí una niña q estaba en el centro de la placeta, sentada justo delante de mí a unos cinco metros de distancia. Siempre estuvo allí pero no sé por qué no me había percatado de su actitud. Pero ahora sí. Llevaba ya unos minutos en la misma posición. Estaba sentada, quieta, con la mirada perdida y la cara completamente impasible. Mientras seguía observándola, me fijé q debía tener alrededor de unos nueve años. El resto de niños correteaban y gritaban inmersos en sus juegos alrededor de ella, pero la niña no mostraba ninguna reacción. Pasaban más minutos y la situación se hacía insostenible. ¿Qué estaba ocurriendo allí?, ¿qué hacía esa niña allí completamente sola? ¿Dónde estaban sus padres, sus hermanos, sus...alguien? Mientras me hacía estas preguntas deseé por primera vez en la noche q mis amigos no viniesen, por si en algún momento sucedía algo q arrojara algo de luz a aquella extravagante situación...y así fue. Instantes después, uno de los niños q correteaba, y q sería más o menos de su misma edad, se detuvo por primera vez delante de la niña y se sentó junto a ella. Guardó silencio durante unos pocos y eternos segundos, y al fin le dijo: -Hola, ¿cómo te llamas? La niña ni siquiera se inmutó. Su cara, sus manos, su mirada, todo seguía en la misma posición, como fuera del tiempo. -¿Eres del barrio?- continuó el niño con total naturalidad-. Misma reacción, mismo mutismo gestual. Pero el niño, un tanto extrañado ya, se disponía a realizar la q sería la última pregunta de su monólogo. -¿A qué quieres jugar?- preguntó mientras mostraba la mejor de sus sonrisas y esperaba la respuesta, ahora sí, seguro de su éxito-. De repente la niña cambió el gesto. En ese momento creo q tragué saliva por primera vez en muchos minutos. La niña ahora miraba al niño con una mirada de complicidad, y una sonrisa empezaba a surgir de su delicado rostro. El niño mantuvo pues tb su sonrisa y esperaba ansioso el juego propuesto por la niña. Y esto fue lo más terrible. La niña, ya sonriendo ampliamente y mirándole a los ojos, se acercó al niño y le hizo ademán de querer susurrarle algo al oído. El niño se acercó, oyó lo q le dijo, y acto seguido miró a la niña con el mayor de los espantos. El niño anduvo unos pasos hacia atrás con la cara completamente descompuesta, tropezó y se cayó, y en cuanto pudo levantarse salió corriendo como loco hasta q le perdí la vista. La niña volvió a sentarse en el mismo sitio, pero ahora miraba levemente hacia abajo mientras mantenía la q ahora me parecía una sonrisa tremendamente siniestra. Instantes después, la madre del niño q salió corriendo, q hablaba con otras madres, empezó a preguntar al resto de niños por su hijo, pero los niños, ocupados en sus juegos, no supieron qué decirle. Yo por mi parte, no podía dejar de mirar a aquella niña q me había dejado totalmente paralizado. Sin embargo, mi curiosidad hizo q me armase de valor y fuese hacia la niña para saber qué le había dicho a aquel pobre niño q había salido corriendo despavorido. Después de haberlo presenciado todo, necesitaba saberlo a toda costa. Así pues, volví a tragar saliva conscientemente y me dispuse a hacerle la pregunta. –Hola pequeña, ¿podrías decirme qué le respondiste al niño q salió corriendo cuando te preguntó a qué querías jugar? La niña, sin vacilar un instante, repitió el mismo ritual. Se me acercó para susurrarme algo y yo me agaché ansioso, casi temblando. Tragué saliva por tercera vez. Y la niña, de manera casi imperceptible, masculló de nuevo aquellas indescriptibles palabras q quedarán para siempre grabadas en mi mente...Acto seguido la niña volvió a sentarse. Su sonrisa permanecía ahí. Mi bucólica impresión ya no...Una dulce brisa corría por la placeta. Hacía una temperatura perfecta. Y, sin embargo, era una noche horrible...una de las más horribles de mi vida...

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Siete dias...

Anónimo dijo...

Por Dios, no me recuerdes encima esa peli! q aun tengo pesadillas!

tormenta dijo...

escalofríante... una niña, un secreto, un monstruo en sus palabras. llevo por aqui un rato y me niego a pensar más en ellas; prefiero mirar como llueve, y cruzar los dedos en el interior de mi bolsillo, para que nunca me las susurren al oído.
:*

Anónimo dijo...

Me sentí en la obligación de contarlo porque ciertamente está basado en hechos reales, y un servidor fue testigo x) La niña le dijo algo al niño q lo hizo ir a algún sitio corriendo. Quizá era su hermano y solo quería q le trajese algo de su casa. De cualquier forma, yo preferí imaginarlo como algo más siniestro. Es lo q tiene el esperar, q uno se perturba malamente x)

Zeppy dijo...

Como cada mañana, hago una pausa en el trabajo para fumarme un pitillo y para ojear tu pagina. Estaba leyendo esto tranquilamente totalmente convencido que era una historia feliz, pero coño! que no hay nada que me aterrorice mas que las niñas y las muñecas de porcelana!!! Increible historia, seguramente si yo hubiese estado en tu lugar tambien me lo hubiese imaginado tan perverso...

Anónimo dijo...

- Jeje Zeppy, pues entonces compartimos 'canguelos' por lo q veo. A mí me pasa igual x)

Un saludo.

- Aro, las palabras tienen q ser susurradas al oído, si no no surten efecto ;)