lunes, agosto 20, 2007

Los hijos de Anansi

Buenos días Cicely! No recuerdo cuando fue la última vez q comenté un libro, así q ahora q voy recobrando mi movilidad muñequil, creo q el programa de hoy es un buen momento para hacerlo con este precioso ejemplar q acaba de pasar por mis manos.

Todo aquel q me conozca bien sabrá q dos de las cosas q me caracterizan son mi admiración por la narrativa de un señor llamado Neil Gaiman y por el fascinante mundo arácnido (no comments x). En este sentido, "Los hijos de Anansi" era un libro con dos poderosos reclamos. Y lo q es mejor, resultó ser tb una narración disparatadamente entretenida. Después de haber leído su "Neverwhere" (libro q tb recomiendo encarecidamente), no me atreví con el voluminosamente extraño "American Gods", así q cuando vi q salió este título y leí una pequeña reseña sobre lo q trataba, no dudé en su adquisición. Y afortunadamente, he podido seguir comprobando q Mr. Gaiman sigue siendo un auténtico maestro de ese realismo mágico q tanto le caracteriza.

Lo mejor del libro? Pues q es un cuento de cuentos. O q son cuentos sobre un cuento, no sabría decirles. Pero lo curioso de Anansi y de su teleraña de palabras, es q a la hora de buscar la moraleja tienes muchas direcciones hacia donde dirigirte. Y con seguridad, alguna de ellas te hará balancearte y perder el equilibrio de tu confortable telaraña cotidiana, aunq eso sí, de la forma más deliciosa posible. En mi caso, el hilo de mi tela me balanceó hasta esta cueva tejida en alguna de las páginas interiores:

"Todas y cada una de las personas que han habitado, habitan o habitarán en este planeta tienen su propia canción. No es una canción escrita por otra persona. Es una canción con su propia melodía y su propia letra. Son pocos los que llegan a cantar su propia canción. La mayoría tememos que nuestra voz no le haga justicia, o que nuestras palabras sean demasiado tontas, o demasiado honestas, o demasiado raras. Así que la gente acaba viviendo de las canciones de los demás en lugar de cantar la suya propia."



(Post-it: Estaré fuera el resto del día. Estoy trabajando en mi propia afonía. Disculpen las molestias.)

2 comentarios:

Skézenté dijo...

Te olvidas del miedito que te entra cuando has llegado a tararear algunos compases y suenan desafinados. No te extrañe que recurramos a mezclar canciones ajenas...
Un gran saludo y que te mejores de tus dolores varios.

Anónimo dijo...

Hola Skézenté, ante todo un gran saludo para ti tb y gracias por los ánimos doloriles x)

No me olvido en absoluto del miedito ese. Precisamente hago hincapié en él. Como se desprende del párrafo del libro, el problema está en q siempre nos estamos comparando desde el primer momento, constantemente, sin darnos cuenta de q quizá ese desafinamiento es el paso necesario para tu propia afinación. Pero si no trabajas en ello, nunca lo sabrás. Y por ello, nos vamos (yo incluído) a lo cómodo. A cantar los "éxitos" de otro.

Como decía el amigo Whitman, "me celebro y me canto a mí mismo". Alabadas sean las afonías. Nuestras afonías.