sábado, julio 19, 2008

Home, sweet home...

El verdadero mundo es música. La música es lo monstruoso. Si uno la escucha se abriga en el ser.” Amén señor Safranski. Y este abrigo, monstruoso por cuanto experiencia arrebatadora q representa, ha sido esa maravilla músico-visual llamada “Heima” del grupo Sigur Rós. Para el q no conozca esta banda, para mí es quizás el mejor exponente actual del género q se conoce como “post-rock”. En algún otro programa ya hice mención a este género cuando contaba cómo conseguí escuchar “por error” mi primer disco del mismo. En este sentido, un servidor se adhiere cada vez más si cabe a cuestionar la santidad q existe por la voluntad de verdad, y afirmar con orgullo la políticamente incorrecta voluntad de mentira. Si arte y realidad no coinciden, peor para la realidad.

Heima ("en casa") es un DVD q resultó de una visita q el grupo decidió hacer a su tierra natal (Islandia) y donde ofreció una serie de conciertos desorganizados en aquellos lugares q les evocaban algún tipo de emoción. La audiencia: madres, padres, hij@s, ti@s, sobrin@s, abuel@s...en definitiva, cualquier persona q quisiese podía acercarse a disfrutar de la preciosa mezcla de música y paisaje ofrecida, y en sus caras puede verse esa sensación de suspensión ardiente producida por las atmósferas musicales q esta banda es capaz de producir, unas veces a través de una sonoridad épica hasta el paroxismo, otras formadas por melodías marcadamente minimalistas (muchas veces todo ello en la misma canción, como es propio de este género) pero sin duda, todas ellas llenas de deleite a los sentidos como pocas veces he sentido.

Todos los parajes, localizaciones y lugares a los q nos invitan a asistir durante el recorrido musical son de una belleza lejana, melancólica, solitaria, de ese tipo a los q nos tienen acostumbrados los paisajes nórdicos, con sus vastas extensiones llenas de silencio y de tiempo...sus pequeñas ruinas q evocan el paso de generaciones y generaciones q dejan tras de sí decorados de una vida q se deja representar en un teatro de lucha y de pasado, de recuerdos empedrados y metalizados por la mano de un hombre q es artista en medio de una naturaleza imperturbable en su juicio temporal...o quizá no del todo. Porque es a través del arrobamiento, el éxtasis, la delicadeza, o la melancolía producidos por la música donde surge una conciencia temporal q configura el espacio a su propia manera, y q incluso gracias a la unión de este y la música, el tiempo abdica de su hegemonía y termina por convertirse en un espectador más.

Porque a un servidor, como al tiempo, veces se le olvida q el arte tiene más valor q la verdad.

Porque incluso a veces la vivencia de la música es tan fuerte q uno teme por su pobre yo.

Por eso, y por haberme hecho sentir como en casa a miles y miles de kilómetros, Sigur Rós, desde mi más profundo acojone, me quito el sombrero...

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Sólo los conocía como teloneros de BJörk (genuflexión). Después de escuchar esto sólo he podido soltar un taco.

Joder. Qué bueno. Gracias por compartirlo.
Voy a pillarlo.

__M__

joaninha dijo...

IMPRESIONANTE... lástima de altavoces del portatil.
Un BESAZO

Silvia_D dijo...

Me ha encantado, mi extraño amigo, eres genial, tus entradas me dan paz :))

Besitos y feliz todo