Por todas aquellas marionetas sin maestro…
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...enhorabuena.
Buenos días, aquí Chris de la mañana, desde la K-OSO, Cicely, Alaska. Como todos sabéis, este es mi rincón particular, un pequeño refugio para almas inquietas y sensibles. Aquí se abre una metafórica ventana para que podáis disfrutar de los despertares, reflexiones, sueños, monólogos y poemas de Chris. ¿Alguien quiere colaborar? Sólo tenéis que facilitarnos las citas radiofónicas que tengáis a mano para completar este festival de la palabra. Todos estáis invitados a la fiesta.
Por todas aquellas marionetas sin maestro…
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...enhorabuena.
Por aquella lluvia q cesó de caer en Oslo al tiempo q bajábamos del autobús del aeropuerto…
Por aquella lluvia q empezó a caer en Oslo al tiempo q subíamos al autobús de vuelta al aeropuerto…
Por aquella chica q se bajó de su bicicleta para ofrecernos su ayuda a las 2 de la mañana…
Por las mágicas vistas durante el viaje en tren de Oslo a Bergen…y viceversa.
Por aquella familia q nos acogió en su coche y nos llevó de vuelta a la ciudad cuando no sabíamos cuándo ni cómo podríamos volver…
Por ese disco de Sigur Rós a 59 coronas…
Por las “tapas” de salmón marinado a pie del puerto de Bergen…
Por haberme enamorado perdidamente de aquella chica de la oficina de turismo…
Por aquel momento respirando a pulmón abierto el aire de Hardanger y disfrutando de sus vistas a solas en la cubierta del barco…
Por no haber visto a nadie corriendo o con prisa durante todo el viaje…
Por las noches de música espontánea en la calle…
Por haberme inyectado este veneno melancólico por querer volver…y por ser un nuevo comienzo de querer inventarme cientos de nuevos “Por” más…
Takk, Noruega.
“Así como la melodía no se compone de tonos,
ni el verso de palabras, ni la columna de líneas,
siendo preciso quitar y romper
hasta que se ha hecho de la unidad una pluralidad,
así también ocurre con el ser humano al que le digo Tú.
[…] Mientras el cielo del Tú se despliega sobre mí,
los vientos de la causalidad
se aplastan bajo mis talones,
y el torbellino de la fatalidad se detiene.”
(Martin Buber, Yo y Tú)