Pero la gran experiencia fue a la vuelta. Hubo un tramo de carretera q hubiera podido perfectamente denominarse como "autopista hacia el cielo". Por el tipo de carretera? No. Por el paisaje q la rodeaba? No. En realidad, por una intensa y tardía luz blanca de un sol en aras de extinción después su diaria jornada de trabajo. Jamás había visto nada parecido...Una luz tan extraña y nítidamente pálida q lo único q dejaba ver era un pequeño cerco de oscuro asfalto, q potenciaba mucho más si cabe esa extraña y mágica blancura lumínica. Y un olor fresco, casi clorofílico, sirvió para completar esa especie de túnel místico hacia a la nada perfecta.
Y saben?, en esos escasos hectómetros no pensé en Dios, no pensé en el futuro, no pensé en el pasado, no pensé ni siquiera en la carretera. Solamente recorrí ese tunel saltando de imagen en imagen porque estaba sobre algo q no me dejaba detenerme en ninguna de ellas. Y es en momentos como este cuando pienso q bendito sea ese mecánico instrumento de dos ruedas q me permite hacer eso en tantas ocasiones. Que me permite experimentar ese extraño y escaso tipo de sensación.
Vivir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario