martes, octubre 16, 2007

Hilemorfismo de la despedida

Buenos noches Cicely. Espero q hayan disfrutando los q hayan podido de estos días de puente. Yo he podido escaparme unos días para disfrutar de otro curso aikidoka en Madrid. Grandísima experiencia como ocurrió en el anterior curso en Granada. Pero no es eso lo q quiero comentar en este programa. En este momento me apetece hablar de otro tipo de experiencia. Las despedidas. En concreto de hacer algo así como una metafísica de las despedidas.

Un meteco bastante famosillo llamado Aristóteles contaba en una de sus teorías q todas las cosas se componen de materia y forma. Y qué tiene eso q ver con las despedidas? Pregunta muy pertinente. Seguramente nada. Pero a un servidor se le antoja un parecido razonable. Digamos q hay algo común en las despedidas q sería una perogrullada comentar. Las despedidas son algo triste porque bla bla bla y todo eso. Vale. Digamos q en mi opinión eso sería la materia de las despedidas. El sentimiento común e informe q todos nos podemos imaginar. Pero es en la forma de las despedidas en lo q me gustaría hacer hincapié. En aquello q las hace hasta cierto punto físicamente materiales. Casi palpables. Casi manipulables. Y por completo, terribles.

Es la forma y no la materia lo q separa la distancia entre la persona q se abandona y el punto de partida al q se retorna. Y es una forma q de alguna manera es siniestramente rutinaria, por cuanto está llena de los mismos sillones, los mismos ruidos, los mismos horarios, las mismas colas. No importa el modo de regreso. Ya sea coche, avión, barco, tren. Mi sensación es la de no volver a casa. La de perderse algo de uno mismo por el camino. Y la sensación es mayor cuanto mayor es el tiempo de regreso. El desarraigo se hace más y más evidente. Es como volver al pasado. Como desandar un proyecto. E independientemente de la experiencia vivida, uno tiene la certeza de haber perdido. Pero no haber perdido la persona en cuestión o su compañía, lo cual es obvio, sino simplemente un sentimiento estar perdiendo una batalla contra una rutina de estímulos adversos, un complejo y caótico tiempo de infinitos desórdenes q te impide una y otra vez darle otra forma distinta a esa materia de la q están hechas las despedidas, ya de por sí bastante negativa.

Sí amig@s. La física del regreso es LA forma. La odiosa forma q me provocará siempre emociones y decisiones equivocadas. Siempre lo hace. Seguramente ya lo hecho. Y odio no ser consciente de ello. Odio perder contra ella. Pero bueno, en esta ocasión me llevo las notas de un Ave María sublime, con todo lo q eso conlleva, q no es poco. Aunque eso es otra historia...



Adios amig@s. Adios sin forma...

1 comentario:

Anónimo dijo...

supongo que las despedidas también forman parte del reino de Elgaland-Vargaland